Donamos libros a la Sociedad de Fomento Vecinal Arroyo Felicaria y Biblioteca Popular Santa Genoveva.- Febrero 2007

Habiendo tomado contacto con la Sociedad de Fomento Vecinal Arroyo Felicaria y Biblioteca Popular Santa Genoveva a raíz del premio Prensa Libre a las Organizaciones de la Sociedad Civil de la región Metropolitana Norte, organizamos una colecta donde logramos reunir una gran cantidad de libros, que posteriormente llevamos a la institución, ubicada en la 2ª sección en las islas de San Fernando.

 

 

 

 

 

 

La Sociedad de Fomento Vecinal Arroyo Felicaria y Biblioteca Popular Santa Genoveva

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gerardo Rodríguez, Presidente de la Sociedad de Fomento Vecinal Arroyo Felicaria y Biblioteca Popular Santa Genoveva (der) junto con el Lic. Stephen Beaumont (Presidente de CENTED) y Jessica, una colaboradora de CENTED

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gerardo Rodríguez, junto con otro directivo de la Asociación Civil

 

 

La entrega de los libros

La nota en el semanario

Un legado de salud y cultura para las islas
16/2/2007 - Solidarios

Vecinos de la 2ª sección en las islas de
San Fernando cumplen con un testamento
Sociedad de Fomento Vecinal Arroyo Felicaria y Biblioteca Popular Santa Genoveva.

A partir del legado de la cuñada del escritor Ricardo Rojas, los vecinos de la segunda sección de islas de San Fernando, desde 1958 llevan adelante el proyecto de sala de primeros auxilios y una biblioteca popular para los isleños. Están a punto de lograr banda ancha para Internet en la biblioteca y en 14 escuelas de islas.

Los vecinos que integran la comisión directiva de la Sociedad de Fomento Arroyo Felicaria y Biblioteca Popular Santa Genoveva, cumplen con un legado, es el de la vecina Genoveva de Rojas, esposa de Absalón Rojas y cuñada de Ricardo Rojas, escritor e historiador argentino que dejó su presencia en las islas del Delta, a orillas del arroyo Felicaria.

Germana Genoveva Agripina Lattuga de Rojas, nacida en Francia y amante de las islas del Delta, antes de morir, el primero de mayo de 1958, dejó un testamento (puede solicitarse por mail a Prensa Libre) en el que donaba 38 hectáreas de islas para sostener una sala de primeros auxilios y una biblioteca popular “a favor de los isleños”. Su preocupación era ayudar a la población local, en algunas de sus dificultades: la salud y la cultura.

Ese legado fue dignamente cumplido por los isleños, y hoy es continuado por los vecinos, que integran la comisión directiva de la sociedad de fomento. Dos de ellos, Gerardo Julio Rodríguez (presidente) y Guillermina Weil (secretaria), fueron entrevistados por Prensa Libre, para conocer sus actividades y sus expectativas.

Prensa Libre pudo conocerlos a partir del concurso que organiza, dirigido a las entidades solidarias de la zona norte. (Ver "Premio…")

“Este terreno era de la esposa de Absalón Rojas, hermano de Ricardo Rojas”, cuenta Gerardo. “Genoveva quiso que se fundara una biblioteca popular y una sala de primeros auxilios... Cuando en 1958 fallece, para concretar el testamento de ella se forma la Sociedad de Fomento Vecinal Arroyo Felicaria. Marjorie Clements (una inglesa, también amante de las islas), que actualmente tiene 97 años, fue la primera presidente de la sociedad, que se constituyó unos meses después de la muerte de Genoveva. Se hizo una subasta de los elementos que tenía la casa, según el testamento, se compró el equipamiento y se acondicionó la propiedad”.

Gerardo cuenta que en un principio se gestionó ante la provincia y el municipio de San Fernando para poner en funcionamiento la sala de primeros auxilios. Entonces fueron dos médicos, uno de la municipalidad y otro de la gobernación. Un odontólogo y un clínico, que venían ciertos días en la semana. La biblioteca se inició con los libros que tenía Genoveva en la sala de espera del centro de salud. Durante muchos años funcionó así, aunque luego de algunas desavenencias se retiró la provincia y se siguió haciendo cargo la municipalidad de la atención médica. De la biblioteca siempre se encargó la sociedad de fomento.

Gerardo Rodríguez también tiene su historia de amor con las islas. Cansado de dar vueltas por el país con su trabajo de electrónica para una empresa de meteorología, se fue a vivir a la isla que era de su padre, casi enfrente de la biblioteca, con su mujer y sus pequeñas hijas (hoy por entrar en la facultad una de ellas). Recuerda que por esos años la población era más numerosa, porque era una zona muy productiva. Se trabajaba con frutales, madera, mimbre, etc. Y el pudo realizar trabajos de electricidad y mecánica, al tiempo que levantaba su casa y su taller (en los últimos tiempos lleva construidos ocho muelles elevados para guardar las lanchas de sus vecinos)

Cuenta que a partir del 1995, entró la nueva generación a la sociedad, todavía con la presencia de Clements. “Equipamos el consultorio odontológico y lo básico de clínica para atención primaria... Conseguíamos donaciones, hacíamos bailes, fiestas, rifas y el municipio se hacía cargo de los médicos. Cuando se jubiló la enfermera, conseguimos capacitar a una chica de la isla con un curso de la Cruz Roja, y hoy está trabajando en la sala. También nos anotamos en la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas populares) y en la dirección de bibliotecas de la provincia, para conseguir recursos y actualizar la biblioteca. Un joven de las islas hizo la carrera de bibliotecario y nos da una mano. El subsidio es más que nada para libros y no nos da todavía para tener una persona permanente.

Islas

San Fernando posee 900 kilómetros cuadrados de islas (90.000 hectáreas) con 3.900 habitantes. El área de influencia más cercana de la Sociedad del Felicaria (a casi dos horas de lancha del Puerto de Tigre), abarca unas 80 familias (el 10 por ciento de la población total). En la zona hay 14 escuelas provinciales y una secundaria en el Paraná Miní). Los alumnos concurren a través de las lanchas de las cooperadoras o de Interisleña.

Guillermina Weil es otra de las seducidas por las islas. Cuidaba a Madame Durruti, una íntima amiga de Genoveva, en su casa de Florida (Partido de Vicente López). “Era mi profesora de inglés y de francés: francesa igual que Genoveva venían juntas para la isla. Cuando esta señora falleció heredé algunos muebles y allí descubrí una copia del testamento. Eso nos ayudó a encontrar el original que estaba en otra de las propiedades de Genoveva. Yo vine a ver cómo era el Felicaria y me quedé a vivir en 1987.

Guillermina, que trabaja de artesana en el Tigre, junto a su amiga y tesorera de la sociedad, Dora Raupenstrauch, cuenta que la sociedad de fomento sabía del testamento, pero no lo tenía. “Lo habían visto y actuaron de buena fe, pero no hicieron las cosas en forma legal. Nos llevó años legalizar la situación”.

“Hubo un intento de la municipalidad por hacerse de la propiedad, incluso hubo una ordenanza donde dice que aceptan la donación de Genoveva de la parcela uno, pero se ve que se equivocaron y no incluyeron la parcela dos. Después quisieron enmendar el error pero no pudieron. Eso fue hace treinta años. Al no haber sucesión, la municipalidad ocupa de hecho y hace obras desde hace veinte años (incluso construyeron un dique, cabañas y ocuparon parcialmente la parcela número dos). Pero la sociedad de fomento, cumpliendo con el testamento, explotó las 38 hectáreas con la madera y realizó plantaciones de árboles, lo que constituyó un hecho sucesorio muy importante. El testamento dice que esa explotación debe ser para cubrir los gastos de la sala y la biblioteca, y no ninguna otra cosa... El testamento aclara además que debe ser para los isleños y no para gente de otros lados”.

Así resume Guillermina el conflicto y una resolución judicial que dice que la municipalidad debe ocuparse de la sala de salud y la sociedad de fomento de la biblioteca, hasta que finalice el juicio.

“La municipalidad se ocupa de la sala de primeros auxilios, que se está viniendo abajo, en lo que era el chalet de Genoveva, y nosotros tenemos este otro edificio donde funciona la biblioteca, a la que ahora le agregamos un salón abajo, preparado para el caso de haber inundaciones, donde realizamos cursos para los isleños. Arriba tenemos los libros, computadoras, y nuestro mayor deseo que es concretar un preacuerdo que tenemos con Microsoft para dotar de Internet a las 14 escuelas de las islas y a la sociedad de fomento. Por eso damos computación a los chicos de las escuelas provinciales y Microsoft va a capacitar a los docentes en la biblioteca... El proyecto es nuestro, la autorización ya está… esperemos que la municipalidad no ponga trabas ”, concluye Guillermina.


Premio Prensa Libre

El “Premio Prensa Libre a la Participación Social”, fue lanzado en la fiesta aniversario de los 18 años del semanario en 2005 y concretado durante 2006. Los premios otorgan plaquetas recordatorias, becas para cursos de interés para las asociaciones, y se aseguraba la difusión periodística de las entidades. En la primera entrega se dieron tres premios y tres menciones a seis entidades y sus actividades se harán conocer en las páginas de Prensa Libre durante 2007. El concurso en su segunda edición se volverá a realizar este año.